Refunfuñando y a paso lento por culpa de la cadera rota, venía la abuela pensando en las advertencias que le daba a esa chiquilla porfiada. No podía entender el gusto de andarse venteando en las lajas del río a vista y paciencia del mundo entero. “Benhaiga” la cabra suelta refunfuñaba una y otra vez. ¡El diablo te va a llevar!
Mientras tanto en el rio ella se sumergía en las gélidas aguas de la primavera, desnuda y feliz disfrutaba de la soledad del lugar y del ritmo del agua entre las piedras. No servían de nada los retos de la veterana o la lluvia de amenazas que mentaban al demonio. Su afán lector, la porfía y la curiosidad, habían esculpido un carácter rebelde y desafiante frente a las supercherías de la anciana que antaño le asustaban.
Le gustaba Imaginar poderes mágicos en el agua, que la harían fuerte, valiente y libre, no deseaba belleza ni juventud, pues las sentía vanas. En ese lugar estaba segura, lejos de la T.V, y la radio que sólo entregaban mentiras. No las volvió a encender desde el día del allanamiento, en donde montones de armas eran sacadas de la casa de la Chabela, el día anterior habían estado escondiendo los libros y diarios, por si venían a revisar, en un segundo el camión con milicos mostraba fusiles que por primera vez conocieron, a punta de culatazos se la llevaron…
Gruesas y claras lágrimas contrastaban con el verdor del río, a lo lejos seguían oyéndose los gritos de la anciana, ¡el diablo te va a llevar!
Ya casi terminaba el ritual, nada más faltaba recibir el áspero sol del mediodía que acrecentaba sus pecas, llenando de energía su cuerpo debilucho que flotaba desnudo boca arriba sobre el río, pronto llegaría Manuel, escondido entre los culenes pensando que nadie lo vería extasiarse con la joven figura de la muchacha. Sabía que la observaba en ocasiones y eso hacía más placentero el baño matinal, una de sus prácticas favoritas era escuchar el gemido entre los pastos y salir en busca de la toalla gritando con su ronca voz, ¡¡¡quién anda!!! Aguantando las carcajadas al sentir el trote del mozo, sabía que el diablo no se la llevaría, porque lo portaba dentro de sí…