domingo, 4 de noviembre de 2012

Fobos


Un día cuando los dioses eran niños aún, andaba el miedo jugando solito cerca de un riachuelo, de pronto se encontró con la diosa de la sabiduría y le propuso jugar con él.
 -Ten cuidado de  caer en el río- señaló la pequeña deidad , al niño que corría cerca del agua. Apenas dicho esto el miedo se sorprendió de un bicharraco que andaba cerca de él y cayó accidentalmente en el líquido viscoso. La niña rió de buena gana al ver que el muchacho pataleaba para no ahogarse
--¡pero si no es profundo!    -le dijo alegremente-.
-¡Sal ya de ahí!
 El miedo siendo joven, no alcanzaba a darse cuenta de que si se ponía de pie el nivel le llegaría a las rodillas, él insistía en estar boca abajo en el agua que le cubría casi toda la cabeza y le impedía oír a su amiga.
La pequeña niña ya un poco preocupada, tomó una rama, la dobló en forma de bastón y arrastró al pequeño que  casi no respiraba. Desde ese día es que ellos dos son muy amigos, pero el muchacho aún sigue sin escuchar los consejos de su amiga.

Aeternus

Dio vueltas toda la noche sobre la cama, como si las sábanas fueran cómplices de él y le asfixiaran tratando de retenerla. Difícil ejercicio era querer terminar con la agonía de un amor enfermo, desahuciado desde el comienzo. Quizá lo más difícil era evitar el daño, sin duda lo más complejo era precisamente romper con todo sin causar dolor alguno.
Siempre fue mejor que la dejaran. Recordaba como yacía  olvidada en su departamento como una rosa que sirvió para la fiesta y aún fresca, ya no servía de ornamenta. Recordando el dolor propio, sabía que él podría  también recuperarse, sin embargo no era capaz de tomar la decisión, aunque no lo amaba, el cariño de tantos años y su promesa de amor por siempre, esa misma que le  hizo tomar la decisión de dejarlo, era ahora la que le  impedía  actuar .
Decidida por fin, encaminó sus pasos hacia el parque donde cada mediodía se juntaban a almorzar, acomodó su ropa, recordó el discurso y se dispuso a realizar la tarea libertaria.
A diferencia de otros días él no traía el empaque de papel con el sushi diario, su semblante lucía más bien opaco, de seguro ya se esperaba el notición.
Hizo un nudo con sus sentimientos y con su voz más grave que nunca le dijo- Mirá, tengo que decirte algo muy serio...
-Yo también señaló él, mirando el piso de tierra...lo estuve pensando toda la noche, tanto casi que no pude dormir, perdona que sea yo el primero que hable, pero debo decirte que ya....no quiero seguir contigo.
Sintió que una ola de calor la invadía, pero le refrescaba por dentro, gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas...levantó la vista y apenas musitó un adiós...