Por enésima vez el absurdo animal correteó por los tejados danzando al son de la nocturna oscuridad de octubre. Asomó la cabeza por la ventana del joven, sus bigotes tactaban la molestia del dueño de casa, agachó las orejas y se dispuso a saltar, de pronto una sandalia voladora le tumbó lanzándole lejos de su objetivo.
Lleno de ira el acosado se levantó y cerró la ventana a pesar del calor sofocante que se sumaba al insomnio, no cabía en su cabeza la causa de tanta insistencia animal.
La madrugada avanzaba por el reloj inerme, las armas de guerra heredadas de su abuelo descansaban quietas en el rincón de la habitación.
Lisa,Ares y Hades esperaban ansiosos el final de la escena, de pronto un par de ojos brillantes encendieron el oscuro dintel de la ventana, el joven se levantó lleno de ira, tomó la katana de su abuelo y arremetió en contra de la gata que aparecía enmarcada en su ventana, no le bastó una estocada, sino dos y tres, al cabo de terminada su ira, encendió la luz.
Un charco de sangre en el piso acechaba tocar los rígidos pies del amo, la gata agónica yacía tumbada al costado de la cama, su blanquecino pelaje se tornaba oscuro y pegajoso a medida que se coagulaba el líquido que escurría de su cuerpo dañado... a lo lejos percibió la dulce mirada agónica y un leve ronroneo que indicaba que a pesar de todo, nunca dejaría de quererlo.