Ya era la hora de irse y aún no terminaba la maleta, con andar lento y cansado se dirigió hacia la habitación dónde aún estaban sus ropas. Dio la última mirada al lugar que la vio nacer y que cobijó tantas y largas penas. Sentía alivio de que todo terminara pronto y sin dolor, pero aún así le quedaban algunos proyectos sin terminar.
Desocupó la maleta, una vez vacía por completo, se vistió y dirigió sus pasos al autobús. Miró desde lejos a su familia que sollozaba su partida, no se despidió, era muy cobarde para hacerlo.
Alzó la mano y el oscuro transporte abrió sus puertas, observó lentamente a cada uno de los pasajeros, en sus ojos denotaban los rasgos de angustia y tristeza por la partida, al parecer ella era la única que había decidido morir.
Es una instancia democrática de publicación para no perder aquella creatividad que se escurre entre las inquisidoras y críticas miradas de quienes pretenden juzgarla, poniéndole etiquetas.
domingo, 22 de septiembre de 2013
martes, 17 de septiembre de 2013
Mateo
Se escuchaba un revolotear de
pasos en el piso de tierra, abrió los ojos soñolientamente, había llegado el padre con un saco de naranjas al hombro y un pequeño animalito a cuestas. Saltó de la cama
para verlo más de cerca, de pelaje café, ojos rasgados y dulces, de un balar tan
tierno que removió todas sus emociones, su corazón de niña latía de la emoción.
Breve saludo al padre y acatar la orden de alimentar al pequeño con hojas de
Llantén, el que por esa fecha crecía en abundancia a la orilla de la llave que
goteaba constantemente en el patio.
Convinieron con su hermano de
llamarle Mateo, por la prominente cabeza que desentonaba con el cuerpo ínfimo
de la criatura, se convirtió en la gran motivación para volver rápido de la
escuela, llegar por las tardes y jugar con él, el frío de Julio obligaba a
procurarle una camita para abrigarlo, era un hermano más dentro de la pequeña
familia del cerro, compañero de juegos y el Nene de la casa.
La madre arisca con el juego
prohibía permanecer mucho con el animal, porque había que estudiar, porque
había que dormir, porque debía descansar el animal,se mostraba reacia hasta los huesos de
llamarle Mateo, en fin, cosas de grandes que sólo ellos comprendían.
Se venía septiembre y las fiestas
patrias eran un gran acontecimiento para la mayoría, especialmente para ella
pues, terminado el desfile venía el helado de premio, ya que las manzanas del
colegio, jamás le gustaron, había que madrugar!!!.
Eran casi las cuatro de la mañana
cuando sintió el ajetreo de pasos, no abrió los ojos porque el padre se escuchaba
molesto, al hermano lo habían levantado, a ella no, sigilosamente bajó de la
cama para observar que sucedía, caminó descalza hasta el frontis del patio, ahí
estaba Mateo amarrado del cuello, entre dos lo sostenían, el hermano cabeza
vuelta sostenía una pata evadiendo los regaños del padre. Un oscuro hombre alzó
un cuchillo, y lo dejó caer entre el espanto de la madrugada y el balar
inocente del amigo.
domingo, 1 de septiembre de 2013
Memoria
Caminó despacio entre los escombros del hogar derrumbado, observó con nostalgia el lugar, evocó tiempos pasados, aún quedaban restos de las paredes blancas. Los trabajadores ponían empeño en cavar para hacer nuevos cimientos, de pronto un albañil llegó con una bolsa. Dentro de ella miles de revistas, libros y diarios que mencionaban el triunfo del presidente, cintas de música, recortes.
Un universo paralelo se abrió ante sus ojos, recordó la niñez escuchando la cantata muy bajito bajo las frazadas, las ventanas y puertas bien cerradas.
Mientras la madre y hermanos estaban reunidos clandestinamente, ella aprovechaba de revisar el baúl que contenía todo aquello que no se podía ventilar de día: libros pequeños de la quimantú, cintas de música, fotografías con Salvador, con Julieta, con Gladys, con Volodia, se sentía orgullosa pero no podía contar, lo peor era inventar, siempre inventar, parentescos con los desconocidos que llegaban a la casa, tios, primos, parientes lejanos, novios de las hermanas, todo servía para desviar la atención.
La abuela cojeando preguntaba: ¿niña tan pobres somos que la negra tiene que ser comunista?. la pregunta de la abuela la inquietaba y molestaba, pues los pobres de verdad no eran los que no tenían bienes, la misma tarde llegaron a allanar, aunque no estuvo presente, no pudo dormir, a pocas cuadras de la casa resguardaban a los más niños de la casa, "no vaya a ser que se los lleven también".
Corte de luz y balazos, sintió nuevamente el miedo que cae desde la nuca con dolor y toma toda la espalda, sudor frío,-- no hay llanto, no debe haber llanto-- decía la compañera dueña de casa.
El rugido de la descarga de material la devolvió al presente, tomó la bolsa con cuidado, la subió al auto y se dirigió al cementerio del poblado, compró un clavel y lo dejó en la tumba de la compañera, abrió la boca y apenas musitó "no debe haber llanto"....
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