domingo, 1 de septiembre de 2013

Memoria

Caminó despacio entre los escombros del hogar derrumbado, observó con nostalgia el lugar, evocó tiempos pasados, aún quedaban restos de las paredes blancas. Los trabajadores ponían empeño en cavar para hacer nuevos cimientos, de pronto un albañil llegó con una bolsa. Dentro de ella miles de revistas, libros y diarios que mencionaban el triunfo del presidente, cintas de música, recortes.
 Un universo paralelo se abrió ante sus ojos, recordó la niñez escuchando la cantata muy bajito bajo las frazadas, las ventanas y puertas bien cerradas. 
Mientras la madre y hermanos estaban reunidos clandestinamente, ella aprovechaba de revisar el baúl que contenía todo aquello que no se podía ventilar de día: libros pequeños de la quimantú, cintas de música, fotografías con Salvador, con Julieta, con Gladys, con Volodia, se sentía orgullosa pero no podía contar, lo peor era inventar, siempre inventar, parentescos con los desconocidos que llegaban a la casa, tios, primos, parientes lejanos, novios de las hermanas, todo servía para desviar la atención.
La abuela cojeando preguntaba: ¿niña tan pobres somos que la negra tiene que ser comunista?. la pregunta de la abuela la inquietaba y molestaba, pues los pobres de verdad no eran los que no tenían bienes, la misma tarde llegaron a allanar, aunque no estuvo presente, no pudo dormir, a pocas cuadras de la casa resguardaban a los más niños de la casa, "no vaya a ser que se los lleven también".
Corte de luz y balazos, sintió nuevamente el miedo que cae desde la nuca con dolor y toma toda la espalda, sudor frío,-- no hay llanto, no debe haber llanto-- decía la compañera dueña de casa.
El rugido de la descarga de material la devolvió al presente, tomó la bolsa con cuidado, la subió al auto y se dirigió al cementerio del poblado, compró un clavel y lo dejó en la tumba de la compañera, abrió la boca y apenas musitó "no debe haber llanto"....