sábado, 23 de noviembre de 2013

Punto de partida

Doce años compartidos hacen tomar la decisión de partir, para dejarte aquí, con  tus promesas de luces, la espectacularidad de tus construcciones y tu mayestática tecnología.
Aquí se desaprende, se deshumaniza y se deshoja la vida en gajos de tiempo. Se pierde la simpleza, la confianza, y el amor toma un cariz empresarial como todo lo que te circunda.
Acá aprendí que para ustedes un regalo o una simple demostración de afecto trae consigo una doble intención, que la amistad está condicionada, que la soledad y el silencio son sinónimos de barbarie, que la alegría es locura y que la tristeza es contagiosa por lo tanto hay que esquivarla. Aprendí a tener ojos vitrinales para el mercado y evasivos para el sufriente.
Acá se siente con la frialdad del cemento, se vive como la televisión manda, se viste como la moda impone y se triunfa como el dinero apremia.
Desde lejos te envidiamos y temimos, hoy ya sin miedo, te veo vencido, acorralado, asfixiado entre los olores residuales y putrefactos de la millarada de ilusos que se quedan.

Necesito de la maternidad de mi tierra, del abrazo confiado, de la mirada directa, del apretón de manos, del cantar de los gallos, del silencio sabio, de la amistad libre y sin condición, del amor simple y sencillo, que no espera nada, solamente ser.

On ego rem, on ego hominem

Bajó rauda las escaleras rumbo al trabajo, el calor sofocante hacía que la ropa se le  pegara al cuerpo, un leve escote confirmaba la mañana de verano. Nuevamente tenía que rodear la construcción, único camino para llegar al metro desde hacía ya una eternidad.
Una tabla de madera separaba los pies del abismo comercial en que estaba convertida la avenida, metáfora de pasarela  astillosa que obligaba a las féminas trabajadoras de cada día, exhibirse ante la banalidad de los albañiles que extasiaban sus ojos caldeados de morbo sexual.
El tierral acumulado, las piedrecillas, las astillas del tablón que servía de puente, se sumaban antitéticas a las sandalias de tacón, las medias de nylon y la falda del uniforme que no podía dejar de usar.
Se dispuso a cruzar, respiró amplia y profundamente, llenando los pulmones del aire contaminado de esta ciudad enferma.
Una lluvia de sandeces cubrió sus oídos provocando la hipoacusia, caminó con paso firme hasta el centro del puente, un cuerpo hostil cargando una carretilla bloqueó el paso habitual del transeúnte que escaseaba a esa hora de la mañana.
 Permiso -señaló con voz firme, sin mirarlo a los ojos. El macho no movió un ápice de su atolondrado cuerpo, más bien hizo ademán de que pasara casi rozándolo, lluvia de risas desde las alturas del monumento histórico a la imbecilidad.
Permiso señor- volvió a señalar esta vez clavándole sus ojos al albañil, como no se moviera, retrocedió un poco, levantó su falda unos cuantos centímetros y se dispuso a continuar, apegó sus pechos al cuerpo del hombre rozándolo, dejándole ver la carne oscura de su cuerpo, el bruto inmóvil, clavaba las pupilas en la aureola, con un juego de piernas, abrió lentamente las de él, y en un dos por tres le propinó un rodillazo que partió su virilidad en cuatro. Ante el dolor el hombre herido se azota en contra la carretilla cargada con materiales, golpeándose duramente el cráneo, ella aprovechó la oportunidad y de dos patadas le voló la dentadura, tomó un chuzo y lo atravesó con el metal, ensangrentado y en el suelo siguió golpeándolo duramente…hasta que la voz de otro animal la hizo reaccionar.
Cómo se le ocurre pasar por ahí Gutierrez!!! Hágase a un lado, deje pasar a la señorita.

Volvió a la realidad, le dio una mirada llena de asco a los dos y continuó camino al metro, pensando en que quizás sería bueno dejar los videojuegos… 

domingo, 10 de noviembre de 2013

Epitafio

Nació en un lugar inexistente en  donde la piedra cobraba vida encarando a los humanos. En dónde el sol anaranjado se despide de la cordillera explotando en tornasoles. Allí en donde la luna se puede coger con las manos y la tierra sedienta grita a través de los huesos caprinos, balando soledades y silencios.
Allí aprendió que la miseria vive en aquellos que encarcelan libertades, que el miedo mata antes que la bala, que la verdad es relativa cuando hay que sobrevivir, que oramos al cielo cuando somos tierra. Que el asombro depende de la pequeñez con que vivimos.

Hoy regresas al mismo lugar cumpliendo la circularidad de la vida, volviendo al origen para ser parte del todo, pero esta vez tu sonrisa no llenará el espacio y tus ojos no se colmarán de arreboles.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Ánima

Los años de dictadura se hacían cada vez más insostenibles, en el verano del 87 lo más interesante en las televisiones chilenas era el festival de Viña del mar, especialmente si habías nacido en el campo, donde la televisión era el único medio para matar el aburrimiento.
Salió rápidamente cuando todos dormían, era necesario empezar justo a la hora en que Soda Estéreo se presentaría, en la calle los compañeros le esperaban. La misión: panfletear, cortar la luz y lograr romper la indiferencia frente a la tortura, los desaparecidos y la ausencia de democracia por tantos años.
Se dividieron en parejas, en media hora el pueblo se cubría de una alfombra de papeles impresos en esténcil, no quedaba mucho tiempo para cortar la luz. Se reunieron a la salida del pueblo cadena en mano, todos habían recibido instrucción pero ninguno había practicado al respecto.
En un dos por tres, la patrullera aullaba rompiendo el silencio de la madrugada, el corazón subió al cuello de los participantes, rápidamente Flavio, tomó la cadena, la lanzó a los cables eléctricos y una cascada de chispazos de fuego cayeron sobre su cuerpo, corte de luz y balazos, alguien la tomó de la mano y volaron a tropezones por entre las piedras, no podía pensar en nada más que la figura bañada en los chispazos del corte.
Acortaron camino por detrás del cerro para no encontrarse con la gente del pueblo que salió a investigar lo que había sucedido. Una animita alumbraba el camino con una leve luz de un concho de cabo de vela, ¡ahora nos van a penar!-dijo burlón el compañero que le acompañaba, sabiendo los rumores del lugar. Ella no estaba para penaduras, sólo le preocupaba la vida del compañero.
Terminaron de dar la vuelta y cada uno retornó al hogar. Unos perros salieron al encuentro acusando la llegada de la muchacha que a tropezones llegaba a su casa, de pronto una figura fantasmal se elevó por sobre la reja, chispas de luz brotaban del vestido blanco que flameaba al viento de la madrugada. Un frío congeló su columna vertebral, sus cabellos se erizaron desde la raíz hasta la punta, no pudo dar un paso más, la respiración se cortó por varios minutos cuando la figura del “Flavio” apareció al lado de la mujer de blanco: ¡Conchesumadre! se murió este weón, exclamó a punto de desfallecer.
-¡Apúrate cabra e´carajo!, el Flavio llegó al tiro después del corte ¿y tú? Dónde te metiste? -Dijo molesta la madre que vestía la camisa de dormir que tanto le gustaba a ella porque echaba chispitas cuando se frotaba en la oscuridad.