Los años de dictadura se hacían
cada vez más insostenibles, en el verano del 87 lo más interesante en las
televisiones chilenas era el festival de Viña del mar, especialmente si habías
nacido en el campo, donde la televisión era el único medio para matar el
aburrimiento.
Salió rápidamente cuando todos
dormían, era necesario empezar justo a la hora en que Soda Estéreo se
presentaría, en la calle los compañeros le esperaban. La misión: panfletear,
cortar la luz y lograr romper la indiferencia frente a la tortura, los
desaparecidos y la ausencia de democracia por tantos años.
Se dividieron en parejas, en
media hora el pueblo se cubría de una alfombra de papeles impresos en esténcil,
no quedaba mucho tiempo para cortar la luz. Se reunieron a la salida del pueblo
cadena en mano, todos habían recibido instrucción pero ninguno había practicado
al respecto.
En un dos por tres, la patrullera
aullaba rompiendo el silencio de la madrugada, el corazón subió al cuello de los participantes, rápidamente Flavio, tomó la cadena, la lanzó a los cables eléctricos y
una cascada de chispazos de fuego cayeron sobre su cuerpo, corte de luz y
balazos, alguien la tomó de la mano y volaron a tropezones por entre las
piedras, no podía pensar en nada más que la figura bañada en los chispazos del
corte.
Acortaron camino por detrás del
cerro para no encontrarse con la gente del pueblo que salió a investigar lo que
había sucedido. Una animita alumbraba el camino con una leve luz de un concho
de cabo de vela, ¡ahora nos van a penar!-dijo burlón el compañero que le
acompañaba, sabiendo los rumores del lugar. Ella no estaba para penaduras, sólo
le preocupaba la vida del compañero.
Terminaron de dar la vuelta y
cada uno retornó al hogar. Unos perros salieron al encuentro acusando la
llegada de la muchacha que a tropezones llegaba a su casa, de pronto una figura
fantasmal se elevó por sobre la reja, chispas de luz brotaban del vestido
blanco que flameaba al viento de la madrugada. Un frío congeló su columna
vertebral, sus cabellos se erizaron desde la raíz hasta la punta, no pudo dar
un paso más, la respiración se cortó por varios minutos cuando la figura del “Flavio” apareció al lado de la mujer de blanco: ¡Conchesumadre! se murió este weón,
exclamó a punto de desfallecer.
-¡Apúrate cabra e´carajo!, el
Flavio llegó al tiro después del corte ¿y tú? Dónde te metiste? -Dijo molesta
la madre que vestía la camisa de dormir que tanto le gustaba a ella porque
echaba chispitas cuando se frotaba en la oscuridad.
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